He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura y el caos. Histéricos, famélicos y muertos de hambre; arrastrándose por las calles, desesperados al amanecer buscando una dosis furiosa, quienes con ojos cavernosos se levantan fumando de madrugada en la oscuridad sobrenatural de los apartamentos cutres donde solo hay agua fría y sucia, flotando a través de las alturas de las ciudades, contemplando la sofisticación lejana e inalcanzable del jazz que se escucha a través de las ventanas.
Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribisteis, yo lo leo tan solo, que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto; que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero. Cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. Garcilaso de la Vega.
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