Ella le amaba locamente, pero de un modo delirante.
No había muestras externas de cariño ni remilgos, sólo conversaciones profundas y una indestructible amistad que ninguno de nosotros conseguiría penetrar.
Algo curiosamente frío y antipático que entre ellos era de hecho una forma de humor a través de la que se comunicaban mutuamente sutiles vibraciones.
Imposible descifrarles. Tenían su propio lenguaje y con la mirada se lo decían todo.
Hay muchas clases de amor, si conviene a las dos partes nada que añadir.
ResponderEliminarBesitos y gracias por tu visita.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar