Gréco aún no había cantado nunca de modo profesional y seguía considerándose actriz. Anne-Marie Cazalis estaba convencida de que debía dedicarse a la canción, y así se lo indicó a Sartre una noche, cuando regresaban de una cena. El filósofo no pudo menos que reírse antes de contestar: "Si quiere cantar, debería hacerlo". La aludida, les aseguró por encima del hombro, irritada por el tono de su conversación, que no tenía intención alguna de dedicarse a cantar. Cuando Sartre quiso saber el porqué, ella repuso: -No sé cantar. Y además, no me gustan las canciones que se oyen por la radio. -Y si no te gustan ésas, ¿cuáles son las que te gustan? Ella mencionó los nombres de Agnès Capri e Yves Montand. Sartre zanjó la conversación diciendo: -Ven a verme mañana. Cuando Gréco llegó Sartre le había buscado algunos libros de poesía. Entre los poemas que eligió ella se hallaban "C'est bien connu" de Queneau, y "L'éternel féminin" de Jules Laforgue. Sartre le ...